17 junio 2010

¡Qué fácil es decir te quiero! (o no..)
A veces tengo la sensación de que la gente utiliza estas palabras esperando que crezcan poco a poco, como crece una planta que cuidas con esmero. O se siente o no se siente, o quieres o tienes cariño. Es más fácil pasar del amor al cariño, que del cariño al amor.
Es una explosión dentro de uno mismo, un tobogán de sensaciones.

Nunca me han gustado las personas que dicen “te quiero” a los pocos días de conocerte, ni siquiera me terminan de convencer aquellos que airean este tipo de sentimientos con soltura, como si les costara más beberse un vaso de agua que decir algo como eso. Y si no me gustan es porque pienso que el amor no se puede explicar totalmente, porque creo que son sentimientos que sólo entiendes si has sentido, y sólo tienen sentido si los sientes.
Es cierto que a todos nos gusta sabernos queridos por aquel o aquella a quien más queremos, pero ya se sabe que lo poco gusta y lo mucho cansa, y es por eso que creo que si se dice mucho, pierde su esencia.

Creo que amar a alguien no es gritar a los cuatro vientos un te quiero, es sentir que tu interior grita profundamente el nombre de esa persona; amar a alguien es sufrir de vez en cuando, y saberte con suerte por tener también ese sentimiento; amar es un veneno que da vida; amar de verdad no es lo mejor, pero es perfecto; es lo que siento y a quién le importa.
Porque en realidad no tiene límites, ni horizontes, es tan ilógico como querer encontrar a un humano sin antifaz; tan ilógico como querer encontrar un equilibrio entre el sentimiento y la razón.

Y aunque para todo el mundo no tenga el mismo significado, me da pena pensar en cuánta gente se perderá las sensaciones que lleva de la mano; o en quienes por circunstancias, tengan que intentar apartar de su vida esa cuerda locura.

Es buscar continuamente el número después del infinito, es querer acortar las distancias, aunque lo único que haya entre los dos sea el aire que respiras; es hablar en silencio, discutir con la mirada. Es saberte capaz de besar el cielo de rodillas si fuera necesario.
Y de lo poco que se de la vida, pienso que no merece la pena sin esa persona que te haga ser incoherente. Ni flores, ni velas, ni luz de luna. Alguien que llegue, te empuje a hacer cosas de las que nunca te sentiste capaz, y que arrase de un plumazo con tus principios, tus valores, tus yo nunca, tus yo qué va.

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